La creatividad siempre ha sido el hilo conductor de su vida. Cursó estudios de realización de cine y TV, publicidad y gestión cultural en Madrid, donde descubrió el desafío de idear proyectos con el reto de unos resultados, a partir de las instrucciones marcadas por el cliente. Lorena Blanco nació en Gran Canaria y le ha dado la vuelta al mundo trabajando mano a mano con la publicidad y el cine.
El leit motiv de Lorena, compañera de Charter 100 Gran Canaria y excelente profesional, tiene mucho que ver con ir más allá, con “buscar soluciones fuera de lo convencional y ser creativa”.
Comenzó estudiando Cine y pronto recibió una oferta de trabajo en la productora Globomedia para una serie que la empresa quería llevar a televisión. Pero desechó la oportunidad y apostó por continuar su formación por ramas relacionadas con la creatividad.
Después de completar sus estudios y tras un proceso de selección entró en el Club de Creativos con otros cinco profesionales. La iniciativa consistía en hacer un tour por agencias publicitarias destacadas a nivel internacional. En su ruta se cruzaron Contrapunto, TBWA, Remo y otras muchas grandes empresas del sector.
Allí conoció a interesantes directores creativos que trabajan en productos innovadores y apostaban por abrir nuevas vías dentro de su mundo profesional. Tomás Oliva, Agustín Vaquero, Germán Silva y muchos otros fueron fuente de inspiración.
La primera agencia en la que entró fue la TBWA, donde no había horas suficientes para la cantidad de tareas por afrontar. Eso sí, fue un gran esfuerzo que le reportó trabajar para marcas como McDonalds, PlayStation, Santa Teresa, Magno, grandes cuentas que fueron también una excelente escuela para Lorena. Hizo muchas tablas en redacción y en la inmensa tarea de reconvertirse para rescatar a los grandes creativos y aprender de su buen hacer.
Fue la época de McDonalds, sobre 2003, con el lema I’m Loving It, en la que comenzó a trabajar en campañas de ámbito más internacional, con claims extranjeros e ideas globales. En esta etapa fue cuando ganó un concurso internacional de la marca Absolut Vodka, consiguiendo que una pieza de su creación rodara a nivel mundial. Compañero de fatigas fue Borja Arteaga, todo un referente para Lorena y creador del famoso tiburón de BMW. Nuestra compañera trabajó además en campañas de titulares para el periódico Expansión, con conceptos gráficos que cerraban el juego publicitario y que atrapaban el interés del lector.
Después de esta etapa y a través de un concurso internacional, Lorena comenzó a trabajar para Saatchi & Saatchi. Allí tenía la libertad creativa que buscaba, y que además le abrió muchas líneas de trabajo. El concurso publicitario le llevó a coincidir con Antonella Boglia, una polifacética emprendedora que le inspiró creativamente.
Otras agencias publicitarias pasan por su currículum y dejan una estela de grandes marcas difícil de igualar: Garnier, Beefeater, Coca Cola Light… “Uno de los aspectos que más me gustan del mundo de la publicidad es que trabajas en pareja, en sintonía con otra persona, y todo se vuelve más divertido”, comenta Lorena recordando esos años, de los que no hace tanto.
El esfuerzo constante que le llevaba a generar una gran idea “se convertía en una adicción”, una labor ingente que daba lugar a toda una campaña y a mucho más trabajo con la recompensa de crear lo que para muchos es todo un arte. “Es un proceso increíble, ver cómo eres capaz de idear algo que ni siquiera sabías que podrías hacer”.
El Festival de Cine de San Sebastián fue uno de los muelles en los que recaló Lorena cuando trabajaba para la agencia Publicis, una etapa “muy divertida” con una atmósfera en la que se vio rodeada de los más grandes y los trabajos más sobresalientes del año. “Te inspira verte allí y el lugar es espectacular”, recuerda.
De allí pasó a la agencia Kitchen, justo en el momento en el que la empresa ganó el concurso de la marca de automóviles Kia. Fueron los años del marketing de guerrilla, en el que internet no había enseñado aún su patita. Los mensajes eran potentes y se mostraban en lugares casi inverosímiles, lo que removía las conciencias y las mentes. También se sintió fascinada por el marketing directo, “hacer piezas inauditas y colocadas donde menos te lo esperas”.
Eran las creaciones inteligentes, con su toque de humor, que el público consumía fascinado porque se sentía parte de la campaña y protagonista de un auténtico alarde de creatividad, “una combinación que enriquece mucho”.
Su paso posterior por la agencia NCA, con cuentas como el Grupo Vips y Mutua Madrileña le dio la oportunidad de ver de lo que era capaz. Eran agencias más pequeñas en las que aprendió a hacer de todo. “Fue muy intenso, porque los plazos son cortos ya que los clientes hacen encargos para desarrollar en poco tiempo”, recuerda.
Otras etapas pasaron, con realización de trabajos de flashmob en Madrid, entrevistas para radio y otros encargos en los que tuvo la oportunidad de encontrar personas que hacían cosas ordinarias pero también eran capaces de llegar a lo extraordinario, recogiendo así la idea del gran Alfred Hitchcock.
Dubai y Abu Dhabi
En 2011, España y el mundo sufrían ya la crisis económica. Como su hermana vivía en Dubai, donde tenía una empresa, decidió trasladarse allí para trabajar en marketing. Y comenzó una etapa de clases de castellano y proyectos para la embajada española disfrutando al mismo tiempo del crisol de razas del lugar.
A nivel personal, el choque cultural fue muy grande para Lorena. Los contrastes de paisajes, formas de vida y personas hicieron mella en esta creativa canaria, que pronto percibió las limitaciones de las mujeres en el país. Vio el contraste también entre Dubai y Abu Dhabi, con gentes amables y marcadas por las creencias religiosas.
También vivió tratos distintos en función de las nacionalidades. Fue una época de vivencias que sirvieron para enriquecer su parte más personal. Y recuerda esos años como una etapa muy exótica, con muchas actividades, reuniones, viajes diferentes. “Comprar algo de alcohol o carne de cerdo era casi como entrar en un mercado clandestino. Me llamaba la atención pero siempre intentaba respetar y entender la cultura”.
Eso sí, a pesar de verse de repente rodeada de una especie de “lujo asiático”, siempre abogó por mantener los pies en la tierra. “Porque la vida es como una montaña rusa y es importante no perder el respeto y la humildad”.
Australia y Panamá
Después vino una etapa de viaje y vida por Australia, un continente en el que vivió día a día disfrutando de lo que el mundo le ofrecía.
El siguiente destino de su particular vuelta al mundo fue Panamá, donde trabajó en la película “Historias del canal”, creada con motivo del centenario del Canal de Panamá, una coproducción panameño-argentina formada por cortos que contaba las etapas de esta gran obra de la ingeniería. Allí conoció otras formas de convivir de la mujer con la sociedad, unas más tradicionales y otras más modernas.
Siguieron más trabajos en Panamá, más inspiración creativa, sectores de todo tipo relacionados con la publicidad y la producción cinematográfica. Llegó la ampliación de la familia y decidió volver a España. En 2015 nació su segundo hijo y la pareja decidió volver a las Afortunadas.
Hoy día, Lorena reside en Gran Canaria. Sigue colaborando con revistas especializadas y compagina su faceta de madre con la creativa como freelance para marcas como Ecoembes, asesoramiento en campañas electorales y en spots publicitarios.
Pero tiene claro que, “cuando el trabajo finaliza, salga mejor o peor, tienes que tirar hacia adelante. Felicitarte por lo bien hecho y lamerte las heridas de lo otro. Pero siempre tirar hacia adelante”.
“Nunca pensé todo lo que iba a vivir. Y sin sonar pretenciosa, nunca pensé que llegara a ser tan valiente para salir adelante y continuar aprendiendo de la gente de muy diversas nacionalidades que me han dado grandes lecciones de vida. Trato de sacar lo bueno y vivir de forma intensa, creativa e inspiradora”.
La vida sigue. “Y debemos tomarla como una aventura y como un reto”.