VOLVERÉ A SONREÍR
Abrazándote sueño que tú me abrazas susurrándome que nuestra postura es perfecta. Mi cielo, después de sufrir, no te contradigo pues cara y cruz del cariño se presentan con ternura invisible, lejana a mis sentidos, con una luz acogedora que nos proporciona la tranquilidad necesaria en la cama revuelta, donde el espejismo de nuestros cuerpos sobresale dando la impresión de que flotamos unidos, mientras, tu espíritu se aleja hacia el pasado mirándome con mis ojos tristes porque no pudimos esquivar aquella despedida impuesta, pero…, ya no me importa, ¡te quiero! Hasta el final de lo que sea y hasta después, -¿tiene algún sentido?- te seguiré queriendo por ser una persona revelándose ante un fracaso anunciado, promovido por los más devastadores “anhelos” de la vida.
Querido, no olvides: soy tu mujer, capaz de sobreponerme al maldito destino pues, pese a que ha pasado tiempo, el viejo, el dulce amor y su canción aún me cantan, por ello, siempre seré libremente tuya, -aunque mi alma murió dentro de mí-. El detonante fue la agonía del corazón al perderte junto a la esperanza de renacer… Te lo prometí, ¿recuerdas? Volveré a sonreír, si bien, al menos hoy, quiero seguir abrazada a tu urna…
Albertine de Orleans